lunes, 20 de abril de 2015

Que el acero vuelva a cero

"Ella, se ha convertido en un intenso tèmpano de hielo, luego de haber dejado partir un amor a punto de florecer por miedos pasados y otros tantos futuros, aùn sin entender por què.
Se ha condenado a dejarlo morir en el momento que desplegò sus alas y elevò vuelo a donde creyò siempre haber pertenecido aunque en su interior, algo a lo que se le llama el bobo, le recuerda que nunca perteneciò a ningùn sitio màs que a esos brazos. 
Es ahì, en esos brazos demoledores de todos los males, donde han quedado los tendales de besos màs càlidos y hùmedos que ha saboreado en el camino de la vida, guardados en un cofre de acero encadenado, del que solo èl tiene la llave para que dichos besos vuelvan a ser luz entre tanta oscuridad.
Su razòn enfrenta una batalla campal con el corazòn, disputàndose el podio de lo que debe ser y lo que desea ser. Desea ser libre en sentimientos, emprender el regreso a esos ojos miel, perderse en ellos para màs luego reencontrarse en un furtivo beso, y sin embargo debe ser presa de sus propias cadenas, por temor a repetir viejas historias y a perder la felicidad de su tesoro màs preciado, el ùnico que corre firme y libre, porque todos sus demàs tesoros se quedaron con èl.
Y es que al fìn de cuentas uno es àrtifice de su propio destino, y ella a forjado el suyo, sin dejar de apostar (a escondidas tal vez) que la vida harà una nueva parada en ese mismo lugar, y ahì tal vez, el acero de su corazòn se derrita si sus labios vuelven a rozarla en algún tramo de este recorrido al que todos han decidido llamar vida..."

Amar en silencio no es olvidar.

Despertó sobresaltada, prendió la luz, miró el reloj que marcaba las 3:30 am, y entonces no volvió a dormirse.Dio vueltas sin sentido en la cama, mientras lo imaginaba a él en el furor de su noche. No entendía por qué su imagen se había apoderado de su mente, y lejos de calmar su ansiedad, como una secuencia de filminas cinematográficas, se le vinieron encima todos los recuerdos de una forma tan vívida que la desplomaron.
Nadie, sobre la faz de ese mundo, la conocía tanto como él. No hacían faltas las palabras, para que él pudiera descubrir a través de su mirada, lo que a ella le pasaba, sólo él era capaz de calmar sus mayores temores, de sanar sus heridas mediante un abrazo, porque no era cualquier abrazo, sino que mediante sus brazos y su fuerza sobre terrenal, le transmitía a ella una paz inexplicable, un sentimiento que sólo él le había hecho sentir. Y todo este sentir, tan solo como un amor tántrico,  sin siquiera rozarse los labios, porque sus vidas estaban cruzadas.
El tiempo, el falso rencor y las dudas los mantuvieron distanciados físicamente largos años  pero, por alguna razón que va más allá de esta realidad, sus almas siempre cuidaron el calor de ese amor no correspondido, negado y al reencontrarse no pudieron resistir más. Sus almas hablaban por sí solas, no existía manera capaz de reprimir ese amor que estuvo tanto tiempo guardado en mil llaves por miedos en vano.
Y es que, a su lado, había descubierto el amor más sincero y puro, simplemente porque no se pedían nada a cambio, no había promesas por cumplir sino que por el contrario, ellos dos solo pretendían desplegar sus alas juntos, esas alas que estaban dormidas sobre sus cuerpos, consecuencia de las decisiones tomadas tiempo atrás.
Al reencontrarse, ella comprendió que ese amor que sentía por él había permanecido completamente intacto pese al transcurrir de los años. Un amor atesorado de la forma más sagrado para entregárselo a él, porque solo a él le correspondía su amor.
A pesar de ese amar desde las entrañas, fue poco lo que duró libremente. Sus vidas eran complicadas (la de él ya no tanto, la de ella un tanto más enroscada). Tal vez porque su razón le ganó al corazón ella guardó sus alas nuevamente, y sumergió su corazón en la oscuridad. No lo abandonó, solo puso  ese amor tan profundo a resguardo, porque había algo más sagrado que merecía para ella ser mantenido a salvo y frente a eso su corazón no permitía duda alguna, sintió que tenía que actuar, y lo hizo de la forma que suele hacerlo, impulsiva y feroz.
Se abrazó al recuerdo más profundo de su amor, cerró sus ojos pensándolo y gritándole en silencio que su amor nunca morirá.